Bípedo Cuenta-historias

Bípedo Cuenta-historias

La Ciudadela: un espacio más para soñar


Por Laura Camacho



Mientras el día se aclara y el clima comienza a ser más cálido, las personas de limpieza están por terminar su trabajo. Han puesto de gala, el espacio que más tarde abrazará a cientos de parejas que revivirán sus corazones al ritmo de esas trompetas que comienzan a afinar.

El lugar: “La Ciudadela”; el horario: a partir de las 10 de la mañana como todos los sábados desde hace once años; la música a cargo de la Danzonera Mexicuba, teniendo como anfitriona a la maestra Rosita quien, sábado a sábado, le pone alegría al baile.

El Danzón era realmente un baile de figuras y sus movimientos se ajustaban al compás de la Habanera, que es el compás verdadero que debe dársele. Con elegancia, precisión y un singular y cadencioso ritmo marcado en compases de 2 por 4, habrían de pasar varios años para que este ritmo saliera de Cuba y llegara a puertos como Yucatán y Veracruz, y lo mejor es que llegaría para quedarse.

Con el pasar del tiempo, el danzón se convertiría en el baile predilecto de los salo nes, fiestas, la calle y las plazas, como es el caso de la ciudadela: un espacio que hace 11 años presta sus pisos para darle vida a este ritmo, el cual es engalanado por múltiples parejas que se resisten a eliminar este ritmo, de avanzada edad en su mayoría.

Se contagia la emoción de sentir entrar los primeros trompetazos de la danzonera por el cuerpo, y sin poder contener ese hormigueo por las piernas que nos invita a mover los pies de adelante para atrás, de izquierda a derecha, sin perder el conteo del 1 al 4 siguiendo las notas musicales.

La diversidad de colores que daban la elegancia en sus vestimentas, hacía vistoso el panorama cuando, en hileras, practicaban los pasos que su maestro de fino porte, con atuendo de pachuco (traje sastre tornasol, sombrero con pluma, cadena al bolso del pantalón y zapatos de charol) acababa de montar.

La juventud, ausente en este baile, se dejaba sentir en cada paso. Cada vuelta que estas parejas con cabellos grisáceos, los surcos de su vida en el rostro y el aroma de la edad nos regalaban con singular elegancia y alegría.

Pero hablar del danzón sin mencionar al señor Jorge Moreno, “El Elegante”, como muchos le llaman, es omitir parte de la historia del danzón en México. Con cerca de 77 años su sencillez y singular alegría ha regalado a este baile 62 años de su vida. Siendo un bailador nato dice: “ desde los quince años bailo, lo traigo en la sangre y lo mejor es que lo aprendí de ver a otras parejas”.

El señor Jorge Moreno tuvo el gusto de inaugurar, junto con María Rojo, la pista de baile hace once años en la Ciudadela. Hoy en día es el campeón de la República del Danzón.
“El Elegante” comenta: “el danzón me ha dado la mejor experiencia de mi vida, al conservarme tan joven y poder seguir asistiendo a bailar cada ocho días, de dos a tres veces a la semana, en diferentes espacios. Por ejemplo ahora asisto al parque de los cocodrilos en la Delegación Gustavo A. Madero”.
Al señor Jorge lo avalan múltiples reconocimientos como diplomas, otorgados por Conaculta, Canal 22, Salón México, Mano Amiga, La Cima; más de diez medallas por Pachuchos de los 50 y 60; diversos trofeos, publicaciones en periódicos como Ovaciones.

A lo largo de su carrera como bailarín, también incursiono como actor en la fotonovela Intriga y Venganza con diferentes papeles. Además tuvo la oportunidad de mostrar el maravilloso baile del danzón en películas como: Danzig “Salón de Baile” en 1950, a l ado de Leonardo Fernández, Meche Barba, y Manolo Fábregas en “Barrio Rojo”; con Adalberto Martínez “Resorte” en Tivoli; pero la más significativa para él fue “Danzón” compartiendo, una vez más, con María Rojo. “En esta película, tuve la oportunidad de ser yo quién enseñara a bailar danzón a María Rojo. Yo la puse al tiro”.

“Yo no solo bailo danzón, también bailo, mambo, salsa, swing. Pero el danzón es el baile más elegante, el más fino y lucidor que existe, y a pesar de que ya son poco los espacios que prestan un lugar para compartirlo, ya que cada vez es mayor la delincuencia y esto hace que sean más los mal vivientes que se acerque a estos lugares con otros fines, la gente se aleja”.

El señor Jorge ha asistido a más de 45 carnavales. Ha bailado en el Auditorio Nacional con la Filarmónica de México. Asimismo, están por salir dos libros de la historia del danzón en México, donde platicara éstas y más experiencias. Pero aun cierra los ojos y sonríe al recordar cuando bailaba en la ciudadela: un espacio de sueños y alegrías, donde tuvo la oportunidad de escribir parte de su vida, al compartir grandes momentos a lado de amigos y compañeros de baile. El más grande regalo que tuvo por parte de la pasión que siente por el baile, fue conocer a la que hoy en día es su esposa, quien comparte su pasión por el baile.

La ciudadela no sólo es un lugar en donde uno puede ir a bailar. Hoy nos lo demuestra el “Rey del danzón”. Es un espacio en donde uno puede hacer su propia historia.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Sabes de algún lugar donde enseñen danzón a un joven con la gracia de Robocop y un par de pies izquierdos? Te lo agradecería mucho.. je,je.