Bípedo Cuenta-historias

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Dos de octubre no se olvida


Por Diana Hinojosa

Recientemente hemos escuchado a los alumnos de la Facultad de Ciencias Políticas decir: “2 de octubre no se olvida”. Y es verdad, no podemos olvidar el ultraje que sufrió la sociedad mexicana y, en especial, los estudiantes universitarios aquella tarde del 2 de octubre de 1968, cuando fueron sorprendidos por elementos del ejército mexicano, mientras se encontraban manifestándose en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco.

La emboscada fue brutal: entre 150 y 300 muertos, no menos de 700 heridos, y 5,000 estudiantes detenidos. Y algo más, la prueba fehaciente de un gobierno autoritario y represivo que colocó las palabras “democracia” y “libertad” en la punta de una pirámide de cartas capaces de desvanecerse al menor soplido.

¿En qué se ha convertido el recuerdo del 2 de octubre? En muchas cosas. Primero, en una manifestación válida e importantísima de cientos de estudiantes y grupos de activistas que buscan incesantemente hacer memoria en los mexicanos para no repetir lo ocurrido; segundo, en un pretexto para hacer destrozos y pintarrajear paredes, argumentando que el gobierno y su séquito no sirven para nada; y tercero, en una oportunidad de replantearnos la dirección que queremos tomar como país.

¿Qué debemos rescatar de aquel día? Los valores presentes en aquella sociedad. Los estudiantes del ’68 venían influenciados por la revolución sexual y por las ideas comunistas. Estaban en desacuerdo con el sistema político dominante y querían modificarlo. Hoy en día la apatía y el desinterés han ocupado los corazones de millones de personas alejándolas de sus sueños y sus propósitos. Esa es una de las vértebras que tiene que corregir México, si desea superarse y reinventarse a sí mismo de manera positiva y progresista.

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